Hoy recordamos que hace exactamente 96 años, Pancho Villa ataco el pueblo de Columbus, en Estados Unidos, siendo la segunda y ultima vez que un ejercito extranjero ha invadido al poderoso país de norte (los avionazos de Osama fueron actos terroristas, y no cuentan como invasión).
Y a manera de breve homenaje, les dejo un fragmento de “Fui Soldado de Levita”, novela de Francisco L. Urquizo. Aunque trata acerca de una tropa carrancista, es bastante buena, y mas el pedacito que les dejo a continuación:
_¿A que no te acuerdas de aquella otra carga que dimos en Hermosillo, Sonora?
_¿Cual carga hombre? Tú estás soñando.
_No, ¡qué va!, acuérdate: Nuestro regimiento estaba muy metido en la instrucción y al mismo don Venustiano le gustaba de vez en cuando ir a verlos maniobrar al campo. Lo acompañaba el jefe de su estado mayor, algunos ayudantes y un americano alto, flaco que usaba una barbita medio canosa, que era periodista y de llamaba míster Weeks, el señor Semanas le decían todos por broma. Pues a ese señor se le ocurrió hacer una película de cine para sus informaciones. Pidió permiso para hacerlo y planearon él y nuestro jefe como debía de hacerse. Primero evoluciones a caballo; después combate a pie en tiradores avanzando y retrocediendo, en escalones y finalmente volver a montar y dar una carga violenta.
Allí estaba frente a nosotros míster Weeks con sus fotógrafos americanos, muy entusiasmados.
Hicimos todo, las evoluciones y el combate a pie como de costumbre, muy preciso, solo faltaba la carga. El coronel, antes de hacerla, nos advirtió con voz fuerte: “Mucha atención. Vamos a hacer una carga en forrajeadores. Debemos hacer todo con el mismo ardor y entusiasmo que en otras ocasiones al mismo tiempo deben hacer todos la arrancada de sus caballos a toda carrera. Figúrense que tienen de veras de frente al enemigo y que van a acabar con él. No hagan caso de esos señores fotógrafos; procuren no verlos. Tienen todos libertad para gritar cuanto quieran, hasta malas razones. Estamos listos, míster Weeks.”
_¡Oll rair!, contesto el gringo. ¡Escuadrones de frente, al paso… ¡Marchen! ¡Al trote!... ¡Para cargar! ¡En forrajeadores! ¡CARGUEN!
Partimos a toda carrera abriéndonos paso abriéndonos y gritando insolencias. Mentadas de madre y alaridos de indios broncos.
Míster Weeks y sus gentes huyeron despavoridos y la cámara cinematográfica, que era de aquellas de tripié, quedó hecha pedazos por las patas de los caballos desbocados.
_Ya me acordé. ¡Qué chistoso estuvo aquello! No volvió el gringo aquel a querer sacar películas.